El tambor de hojalata Günter Grass




Premio novel de literatura de 1999, de origen polaco y alemán, confeso ex militante de las juventudes hitlerianas, seguidor del movimiento sandinista en Nicaragua; Günter Grass, siempre dispuesto siempre a alzar su voz en favor de sus ideas, se levanta como una figura imprescindible de la literatura del siglo XX.






Lo mismo que de toda obra vasta, de su libro El tambor de hojalata, un libro que me hubiera gustado leer en mi más temprana adolescencia, no terminaríamos de hablar en varios meses. Me gustaría resaltar únicamente un par de puntos: el desapego de cualquier ideología y sus paralelismos con el realismo mágico.

Resumiendo. Se trata de un niño que al cumplir tres años decide no crecer más físicamente, pero que en su interior sufre el desarrollo intelectual lógico y que tiene diversas, alucinantes y entretenidas aventuras en su barrio, dentro de las cuales hay que incluir un viaje por países extranjeros como parte de una compañía de teatro. Oscarcito, este el nombre del protagonista, tiene un tambor de hojalata decorado con los colores de la bandera de Polonia y la capacidad de romper con una exactitud fenomenal, e incluso a larga distancia, cualquier cristal por medio de su voz.

Ubicada temporalmente desde los inicios del siglo XX y hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, tiene un telón de fondo permite revelar la visión de un protagonista independiente de la situación política tan compleja en aquellos tiempos en Europa. Sí, en la obra nos encontramos con el nazismo y nos encontramos a algunos de sus partidarios, tan humanos como cualquiera; nos encontramos a sus detractores, quienes no necesariamente eran héroes, sino que algunos llegan a ser pintados como cobardes. Parece que Oscarcito sólo mira personas victimas de las circunstancias, ni buenos ni malos; él opta por la niñez, se manifiesta en contra de todo lo que hacen los mayores, de la política en general.

Yo me identifico con esa visión, sin pretender realizar una apología de nada. En México muchos estamos o estuvimos en contra del advenimiento de nuestro presidente actual; pero conozco a algunos que votaron en su favor y me caen muy bien. Sin ideologías, parece que todos podemos volver a ser más o menos iguales; aunque alguno alegará que no se trata de ideologías sino de justicia y nos envolveremos en una larga discusión.

Por otro lado, las cosas maravillosas que suceden en la vida cotidiana, cercanas al Realismo Mágico propio de Latinoamérica, convierten al Tambor de hojalata en un libro que rescata la inocencia de la niñez que todos terminamos por perder. Además de su falta de crecimiento algunos auténticos milagros se desparraman a lo largo de la obra otorgándole nuevas facetas a lo que hubiera podido detenerse en la alegoría del hombre que no quiere las responsabilidades de la vida adulta, ni sus placeres.

Oscarcito es un “niño perdido” fuera de la isla de Peter Pan. Un tanto amoral, Oscarcito no entiende las convenciones de la moral o de la religión y por ello parece vivir de manera mucho más intensa cada situación de la vida.

Nos encontramos con una obra fuera de serie, adecuada para las meditaciones acerca de la vida actual y lo suficientemente divertida como para no atorarnos en tales meditaciones, apta sobre todo para aquellos que conservan, de verdad, un niño en su interior.


Autor de la nota:
Yuyin González

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